Dos años en Europa y lo mas importante que nos traemos de vuelta, lo traemos puesto: viajes 🛩y amigos.
Nos fuimos en 2019. El dólar estaba a $45, y cuando volvimos lo encontramos en $200 😱 (los no argentinos no lo entenderán 😅). Nos mudamos antes de la pandemia 😷, sin imaginar cómo iba a transformarse el mundo en los siguientes 6 meses. Apenas empezaba todo, en la primera visita a Argentina por trabajo, quedé varada acá: volví a tossu y a mi casa en Berlín en un vuelo de repatriación aleman 🙆🏼♀️ (toda una experiencia).
Allá nos mudamos y armamos hogar dos veces 🏠; aprendimos desde a ir al médico hasta a ir al banco 🏦 en un sistema completamente distinto; nuestro medio de transporte era la bici 🚲 (y el avión 🙃); conocimos gente de todo el mundo; recibimos muchas visitas y hasta nos vacunamos.
Confirmamos que lo más duro de Alemania 🇩🇪 no es ni el idioma, ni lo distante que es la gente, ni siquiera el frío 🥶, nada se compara con la falta de sol: la oscuridad a las 4pm en invierno (y la falta de ganas para absolutamente todo) es lo más duro y difícil de explicar 🌚.
Fuimos muchas cosas pero sobre todo libres. Aprovechamos para viajar por Francia, Alemania, España, Italia, Croacia, Mónaco e Irlanda 🗺. Estudié alemán 📚 y trabajé remoto 👩💻. Pusimos a prueba nuestra capacidad de adaptación al máximo (y con eso, también a la pareja 🥰).
Lo bueno de irme lejos es que me da perspectiva, es darme cuenta que somos los vínculos que cuidamos ✨. Y si bien Argentina 🇦🇷 puede estar rota, es nuestro hogar y hoy nuestro lugar en el mundo 🙌🏽 (digo ‘hoy’ porque nosotros mentalmente siempre estamos de viaje o abiertos a que suceda 😊).
Por eso, así como nos fuimos -de un día para el otro- así volvimos. Porque tenemos ganas, porque extrañamos, porque mi laburo acá lo justifica, porque la familia y los amigos son también calidad de vida.
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