Bebito arcoíris
Del otro lado de la estadística
Así se llama a los que llegan después de una pérdida gestacional.
Así va a ser el nuestro que nazca en diciembre.
Lo lamento chicos pero no hay latidos. Las palabras son cuchillos. Salimos de la clínica y nos abrazamos. El silencio du
ra el resto de la tarde. El dolor es un mazazo en la nuca.
Es enero y el calor sofoca. Avisamos a los pocos que saben y pedimos espacio. La obstetra nos enumera estas opciones: esperar las pérdidas, tomar Misoprostol o ir a quirófano. Hacé vida normal, salí a correr,
podés tomar alcohol, dice. La escucho y entiendo que el mazazo puede doler aún más.
Decidimos esperar. Le escribo a una amiga: Preparame, qué va a pasar. Manda audios con la dulzura y empatía que necesito, los ojos no dejo de tenerlos húmedos nunca.
La noche es imposible. Viene mi mamá y me contiene. Le digo que no aguanto, quiero las pastillas. No googleo, no quiero saber. El miedo es un monstruo que me abraza.
Siguen días en los que todo sale mal y peor. Felicitaciones terminaste el proceso, dice la obstetra por audio. El proceso es el aborto. Pero quedo internada 4 días y todo termina recién un mes más tarde.
El silencio es soledad.
El silencio es lo que más duele.
Es el tabú que rodea a la pérdida gestacional.
Hablamos con amigos y nos sorprende la cantidad de mujeres que lo pasaron pero nadiedicenada. Muchos nos hacen llegar su calor. Otros dicen cosas como es re normal, mi amiga al toque quedó embarazada, mejor ahora que después, por algo pasó, la naturaleza es sabia, son jóvenes, ya va a venir, va a ser cuando tenga que ser.
Las palabras son cuchillos.
Sé que vienen desde el amor pero las frases lastiman. Con abrazar o escuchar, con un cómo te puedo ayudar, qué necesitas, realmente lo lamento, es suficiente.
El aborto es mucho más frecuente de lo que se cuenta pero el silencio es lo más duele. Por eso en el mes de la Pérdida Gestacional -que coincide con el de la Madre- va el post que me hubiera gustado leer.
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